“Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia” Arthur C. Clarke (1917-2008)
Que vivimos tiempos de enormes y acelerados cambios no es ninguna novedad, pero por tan evidente, no deja de ser necesario contextualizar tan particular presente que todos compartimos a lo largo y lo ancho de nuestra aldea global. Quizás ya lanzados hacia un proceso de des-globalización y quizás con correlato en un nuevo sistema financiero con dos grandes corrientes, por un lado Estados Unidos y la Unión Europea y por otro China junto a Rusia. El tiempo que corre, nos irá dando cada vez más datos al respecto.
Lo que es ya insoslayable en nuestro presente compartido son aquellas megatendencias que nos atraviesan a todos. Una de ellas es la “silver economy” (hace justamente un año escribía mi columna de opinión así titulada en portal Funds Society) o “economía plateada”, que no es una moda y refiere al crecimiento cada vez más acelerado y sostenido del segmento etario +60 años, con acceso ya vigente a algún tipo de beneficio previsional y además con enorme capacidad de productividad, de nuevos aprendizajes, de nuevos emprendimientos, incluso de apoyo través de mentorías a los jóvenes emprendedores. No se trata sólo de repensar productos y servicios para los +60, sino de ámbitos de aprendizajes para hacer de la experiencia acumulada a lo largo de toda una vida profesional de ellos, palanca para potenciar nuevos desarrollos profesionales propios e insisto en mi mirada, también como apalancamiento a los jóvenes y personas que por reconversión laboral, necesiten emprender.
Hace pocos meses terminé de leer el libro “El camino del cóndor”, su autor es Christian Joanidis @Chrisjoanidis. A lo largo de mis casi doce años de borradores urbanos, ya sabes amiga y amigo, que suelo referenciarme en libros y autores… Es que, en mi afán de llegar a ser escritor, mientras sigo siendo escribiente, continúo leyendo y aprendiendo de autores y libros.
“El camino para hacer buenos negocios es para mí el camino del cóndor” Christian Joanidis
Todos vivimos inmersos en procesos que nos requiere desaprender lo anterior y aprender lo nuevo. No se trata de buscar frases hechas, o slogans, sino de inspirarnos en aquellas historias que se refieren a un modo de hacer, de encarar, de intentar, de apuntalar o rectificar, pero siempre sobre la base del hacer. Lo primero es lograr certeza plena respecto nuestros valores personales, un espacio de introspección para ir a la base necesaria, de dónde venimos, dónde estamos y dónde queremos estar. Siendo co-creadores de realidades y circunstancias podemos entender e interactuar con la realidad actual. Ello es indispensable para evaluar qué emprender, con quién emprender, qué necesitamos aprender y qué desaprender. Siempre es evidente la necesidad de una cuota de coraje, virtud que asoma en el hacer y en el accionar, no es en estado contemplativo que nos llegue el coraje, se trata de una virtud que antes de ser hábito, se expresa ex-post.
El autor Ch. Joanidis nos expresa en cita textual: “El cóndor comienza a volar. Se despega del piso y sube con mucho esfuerzo. Desde la altura, se deja llevar por las corrientes; no lo hace al azar, busca las corrientes cálidas que lo elevan y lo mantienen planeando. Mientras tanto, observa, busca. La observación no es instantánea, lleva tiempo, por eso se lo ve planear hasta que encuentra algo que le apetezca. Va dando vueltas, desplazándose prácticamente en círculo sobre un área. Al detectar algo, comienza su descenso de manera paulatina, como en círculos que se van cerrando sobre el punto en el que desea aterrizar. A medida que se acerca, el panorama se hace más claro. No es un ave liviana, no tiene la capacidad de actuar con rapidez, de moverse con agilidad, por eso al acercarse puede ir viendo los peligros que podrían acecharlo. Hasta que finalmente llega y se hace con su objetivo”.
Me parece una metáfora muy lúcida. Especialmente la idea de corrientes que nos permiten planear y no estar todo el tiempo en modo forzoso, una cosa en empujar y otra es arrastrar. Muchas veces en el camino del emprendedor necesitamos que nos empujen y es vital entender en que momento, en lugar de ello se nos arrastra. Vivimos en tiempos de enormes cambios tecnológicos, disruptivos, de gran impacto y del mismo modo surge una suerte de fanatismo, de nueva liturgia, de verdaderos dogmas sesgados, que no toleran diversidad no disensos. Hace pocos días leía una cuenta de twitter que invitaba a compartir anécdotas si habían perdido todo el dinero en un criptoactivo, a escribir para compartir emociones… cómo? perderlo todo?
Siguiendo con el mismo autor y el mismo buen libro para emprendedores, creo de valor compartir en cita textual: “La planificación, en cualquier ámbito es una forma de romper con la improvisación. Algunos consideran la improvisación como un arte, cuando lo que hacen en realidad es exponerse innecesariamente a situaciones de peligro y desprestigio. Quien improvisa no tiene tiempo de reflexionar y actúa básicamente por instinto. De la mano de la planificación está el análisis; de la mano de la improvisación, solo la opinión. El análisis se nueve en el terreno de la objetividad; la opinión, en el de la subjetividad”.
Reconocer nuestros valores personales, nuestras capacidades y habilidades, proponernos un propósito claro para emprender, salir de lo conocido que nos haya permitido tiempos de comodidad, reunir información y datos, planificar pasos y estrategia, elaborar una hoja de ruta y un plan que incluya contingencias y avanzar a favor de nuestra pulsión interior, siempre atentos y en alerta si todo el tiempo necesitamos la opiniones personales de otros, desprovistas de análisis concreto y con escenarios factibles. Siempre teniendo en claro que inspiración, nunca es imitación.
En 2011 se estrena el buen film “The fighter” o “El peleador”. Su director fue David O. Russell. Es una historia real basada en un libro que desarrolla la vida de un boxeador de los años ’80 en la ciudad de Massachusetts. Una madre con 8 hijos, dos de ellos boxeadores, hijos de diferentes padres. El film logró 7 nominaciones y obtuvo 2 premios Óscar. Sus intérpretes: Christian Bale, como Dick Eklund (Óscar a mejor actor de reparto); Mark Wahlberg, como Micky Ward; Melissa Leo, como Alice Ward, la madre de ambos (también premio Óscar a mejor actriz de reparto) y Amy Adams, como novia y a la postre pareja de Mark.
Su tráiler de canal Youtube – Paramount
Dos hermanos, dos historias de vida diferentes, aunque convergen en ambos casos en el box como deporte y medio de vida. El mayor trata de redimirse, luego de muchos errores, que incluso le hacen permanecer un tiempo en prisión. A través del apoyo y entrenamiento a su hermano menor, finalmente ambos logran el éxito, merced a un plan y una estrategia determinada, para el objetivo del campeonato mundial. En el momento de la pelea final, son sólo, la voz interior del protagonista sobre el ring, la voz de su hermano como entrenador y el enorme murmullo del resto…..
Emprender no es boxear, pero el film sirve como verdadera metáfora, en definitiva, tener un plan, medir energías, mantenernos planeando como el cóndor, saber cuándo y qué mejor golpe dar, tener planes de contingencia y en definitiva dar lo mejor de nosotros, cabe perfectamente al verdadero espíritu emprendedor.
“Planificar es comprender la mirada del cóndor, esa mirada que sabe buscar a través del método y el instinto”.
Final para mi borrador urbano modelo mayo/22.
Un abrazo de gratitud por tu generosidad en disponer de unos minutos de tu valioso tiempo en su lectura y espero logres algo de inspiración!!
Abrazo
ers
Muy bueno!! un gusto leerlo, gracias.
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Gracias a ti María !!
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